Llega un momento en el que te acojonas, eso es así.
Vas sin sentido hacia un precipicio que se te había prometido como cielo y en esa caída libre, te das cuenta que cuando llegues al suelo, morirás si no vuelves a tener sus besos.
Es jodido llevar como bandera sus labios, más difícil todavía aprender a vivir sin ellos, pero lo que realmente es complicado es aprender a admitir que encajan con otras bocas.
Cielo, hace mucho, muchísimo tiempo que estoy cayendo por ese precipicio. Que vivo con un ni contigo ni sin ti clavado en la piel, y ya no me sirven estas letras, ni este cielo, ni esta sonrisa para conseguir que vuelvas.
Que regrese esa persona que conocí y que desde el primer momento, supe que era el verso 8 de un poema 20 de Neruda, una sonrisa sin reparos en quien podía estar mirando, esa manera de tocarte el pelo o la manera en que los cuadros se ponían al revés sólo con oirte, tu me entiendes. Ese "quédate" pasadas las 12 y todas las veces que jugamos a decirnos te quiero y aquellas en las que lo callamos cuando más lo sentíamos.
Entiendo el amor como ese naufragio del que no quieres que te salven por eso creo que cuando decimos "te quiero" en realidad queremos decir "auxilio". Y por eso entiendo el amor como ese paralelismo a tu boca que me hace desangrar versos.
Así que no me preguntes nunca qué es lo que pasó para que nos convirtiesemos en una promesa que estaba destinada a morir en el pozo del olvido. Que me perdone el cielo de Barcelona, aunque bonita, tú nunca cambias.
Pero joder, nunca antes caer de tu clavícula en un beso, me había dado tanto vértigo.
Miedo a perderte, lo llaman.
Miedo a perderme, diría yo.
Entre esas estrellas de ahí arriba que parecen culparnos de darnos por vencidos en una lucha que ni empezó. Y eso es lo más triste, que yo por ti habría luchado contra gigantes por sacarte una sonrisa, aún sabiendo que en realidad el mayor enemigo eras tú.
Tú y la puta manía que tengo de quererte.
Ya he caido del precipicio, a punto de que mi corazón estalle contra el suelo, y cómo no, no estarás tú para salvarme.
-Loreto Sesma
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